Abstract
La enfermedad de Parkinson (EP) es una condición idiopática y
neurodegenerativa de evolución progresiva e insidiosa que se diagnostica en base a
tres manifestaciones motoras cardinales: la bradicinesia o lentitud de movimiento, la
rigidez y el temblor. No obstante, coexisten en la EP otras manifestaciones, las
conocidas como no motoras, que a pesar de estar presentes al igual que las motoras,
son reportadas menos frecuentemente en la literatura científica. Dentro de las
manifestaciones no motoras, el dolor es una de las que más impacto genera en la
calidad de vida de los pacientes y, a pesar de tener una prevalencia del 85%, se
subestima su diagnóstico y su tratamiento es limitado. El dolor asociado a la EP ha sido
clasificado en función de su temporalidad, en términos de relación con la enfermedad,
según descriptores neurofisiológicos y en relación con sus fenotipos clínicos de dolor.
Por otra parte, la fisiopatología del dolor asociado a la EP es ciertamente compleja,
siendo principalmente ocasionada por la degeneración y alteración de los sistemas
dopaminérgicos, pero también de otros sistemas monoaminérgicos. En última instancia,
dicha alteración provoca que en el dolor asociado a la EP se vean involucradas las tres
dimensiones del dolor: la sensorial-discriminativa, la motivacional-afectiva y la cognitivo-
evaluativa. En cuanto a su tratamiento, las terapias más investigadas han sido las
farmacológicas, pero con escasa efectividad. Existe un gran vacío en el desarrollo de
terapias no farmacológicas como alternativas para el manejo de este síntoma tan
prevalente e invalidante.
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Universidad Rey Juan Carlos
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Tesis Doctoral leída en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid en 2025. Directores: Josué Fernández Carnero, Juan Pablo Romero Muñoz



