La didáctica de las Ciencias Naturales fuera del aula

Abstract

El sistema tradicional de enseñanza basado en el profesor como figura central y la clase magistral como principal técnica educativa comenzó a tambalearse en las últimas décadas del siglo XX. Las aportaciones que en el primer tercio del siglo realizaron teóricos de la pedagogía y la psicología infantil como Lev Vygotsky y Jean Piaget, aunque discordantes en algunos aspectos cruciales, como la importancia del entorno social para el desarrollo cognitivo del niño, no dudan en trasladar todo el protagonismo del proceso de aprendizaje hacia el alumno. Desde una posición equidistante entre ambos, Jerome Bruner y David Ausubel refuerzan la idea de que las vivencias del niño y su concepto del mundo deben formar parte de su instrucción, ser integradas en su descubrimiento del conocimiento, ya para corroborarlas, ya para refutarlas. El último tercio del siglo XX asiste, en los países influidos por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), a la implantación definitiva del constructivismo como modelo educativo, impulsado por la labor visionaria de pioneros como Seymour Papert. Cuando hace veinte años comenzó a cobrar pujanza la educación que buscaba una formación integral del estudiante, persiguiendo objetivos no solo académicos, sino también cívicos, las preferencias del alumnado, hasta entonces irrelevantes, comenzaron a ser consideradas en el proceso de construcción del aprendizaje. Se descubrió entonces —o se puso de manifiesto— el desequilibrio entre las vocaciones científicas y tecnológicas de hombres y mujeres. Parecía existir una predisposición natural de las mujeres hacia las carreras de humanidades, mientras que los hombres parecían estar destinados a la ciencia y la tecnología. Este patrón se perpetuaba a lo largo de todas las etapas del itinerario formativo, desde el jardín de infancia hasta la universidad...