Crisis, recortes, más crisis.
Fecha
2013-01
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EconoNuestra
Resumen
Con la crisis que estamos sufriendo en los últimos seis años se ha recuperado el protagonismo de la deuda pública y su sostenibilidad, de hecho, numerosos foros y medios de comunicación han ido sustituyendo los titulares sobre la crisis económica por los de “la crisis de la deuda soberana europea”. El hecho es que esta crisis sin precedentes en décadas está teniendo consecuencias devastadoras en la calidad de vida y de empleo de la ciudadanía y ha traído consigo el cuestionamiento del statu quo de derechos constitucionalmente reconocidos, como la sanidad o la educación. A través de este trabajo queremos mostrar una vez más la incongruencia de las medidas planteadas para combatir la crisis, como el recorte de gastos sociales o la reforma de los sistemas de seguridad social y de otros bienes preferentes, que están conduciendo a la economía a un camino de difícil retorno y que se basan en afirmaciones interesadamente falsas.
Debemos recordar que la crisis actual es la consecuencia de la crisis financiera que se produjo a mediados de 2007 en Estados Unidos y que se trasladó al resto del mundo desarrollado a lo largo de 2008, especialmente en el último tercio del año después de la quiebra de Lehman Brothers. La realidad actual de estancamiento y aumento de la desigualdad social queda como prueba histórica del estrepitoso fracaso de las recetas de liberalización y autorregulación de los mercados que caracterizan a la economía neoliberal.
La crisis vino precedida de un aumento de las desigualdades económicas, fruto de la acumulación de riqueza financiera y de las reducciones de impuestos en los sectores de mayor renta de la población, y del estancamiento en el crecimiento de la productividad, ligado tanto a la disminución de incentivos como a los intensos procesos de deslocalización industrial al calor de la globalización. Al mismo tiempo, el consumo privado y parte de la inversión se han sostenido con el aumento del crédito a las familias y a las empresas. Este modelo de crecimiento se ha revelado insostenible, dado que la acumulación de deuda
ha terminado poniendo en dificultades a las mismas entidades financieras que se han beneficiado de la burbuja financiera.
No podemos olvidar que el origen de la crisis y de las políticas actuales se encuentra en los años ochenta, cuando las ideas neoliberales impregnaron las estrategias de gobierno de las economías desarrolladas; la fe ciega en los mercados se impuso y una ola de privatizaciones recorrió Europa. En el caso del sistema financiero, la desregulación permitió a las entidades ampliar tanto su dimensión espacial como el abanico de operaciones de bancos comerciales y bancos de inversión, sentando las bases para la crisis actual. En los años noventa, el objetivo de conseguir la unificación monetaria sacrificó el crecimiento en aras de los objetivos de inflación, deuda pública y tipos de interés, que se hicieron gravitar en torno a los registros de Alemania. El corsé monetario para conseguir la unificación de las divisas en el euro ejerció una contracción sobre el crecimiento, dado que todo se sacrificó para conseguir los objetivos de Maastricht. A partir de 1995, la gran reducción de los tipos de interés, convergiendo con los alemanes, consiguió un efecto balsámico, por el efecto riqueza que supuso. La euforia financiera se desató con espectaculares subidas de las bolsas y el crédito comenzó su escalada.
Durante 2009 la recesión fue generalizada en la mayor parte de las economías más avanzadas. En aquel
momento, la opinión pública y la mayor parte de los agentes y responsables políticos tenían claro que el origen de la crisis se encontraba en el mal comportamiento del sistema financiero y de los reguladores y supervisores, llegando incluso a plantearse una reforma drástica en de la arquitectura financiera internacional, del Fondo Monetario Internacional (FMI) e, incluso, se llegó a hablar de refundar el capitalismo. Sin embargo, a finales de 2009 las noticias que llegaban de Grecia facilitaron la excusa perfecta para dar un giro a los argumentos sobre la crisis que se habían manejado hasta ese momento y centrarlos en la problemática de los déficit públicos de los países. En el principio de 2010 se comenzó a generar una crisis de confianza sin precedentes con ataques especulativos a los bonos públicos de varios países, turbulencias en sus mercados financieros y bursátiles, etc. La consecuencia de todo esto ha sido que los países se han visto forzados reducir su déficit público con drásticas reducciones del gasto público y aumento de los impuestos en un momento en el que no se había iniciado o consolidado la recuperación económica.
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Citación
Alonso, N. and Trillo, D. (2013). Crisis, Recortes, Más Crisis. En Los países periféricos en una Europa fracturada. EconoNuestra, ISBN 13:978-84-695-9239-7. https://doi.org/10.13140/RG.2.1.4583.2807.
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