La desinformación: percepción y comportamiento de los jóvenes y reto para la profesión periodística

Abstract

La desinformación (o desórdenes informativos) caracteriza en gran medida la etapa actual de los medios de comunicación y los contenidos que circulan por redes sociales y aplicaciones, al tiempo que constituye un problema no sólo para el periodismo sino también para el conjunto de la ciudadanía. En esta tesis doctoral se presentan cuatro publicaciones (un capítulo de libro y tres artículos científicos) que abordan aspectos específicos del fenómeno estudiado. El objeto de análisis se afronta desde la perspectiva académica, desde la de los profesionales del periodismo y sus rutinas de trabajo, y desde la de las audiencias (poniendo el foco en los jóvenes universitarios españoles). En la era digital cada vez es más difícil distinguir los contenidos reales de los falsos, debido a que en ocasiones los sitios de Internet que propagan información falsa o manipulada emulan a los portales de los medios de comunicación tradicionales. Incluso en redes sociales crean perfiles impostores haciéndose pasar por periodistas o fuentes de información reconocidas. En el pasado, los mecanismos para influir en la opinión pública dependían de tecnologías de difusión donde un comunicador enviaba el mensaje a una audiencia amplia y diversa. Actualmente, en el mundo digital, los medios sociales permiten que la propaganda se diseñe de manera precisa y se envíe directamente a aquellos usuarios que más probablemente acepten y difundan un mensaje en particular. El estudio del fenómeno de la desinformación abarca múltiples facetas. Una de ellas es la referida a las motivaciones que llevan a la creación y difusión de contenidos falsos, engañosos y manipuladores disfrazados de noticias. Detrás de los desórdenes informativos mencionados anteriormente puede haber una estrategia orquestada por organizaciones públicas, políticas o empresariales que buscan algún beneficio. O un simple ciudadano sin afán de lucro. Y es que los cibernautas suelen disfrutar compartiendo información, sobre todo si es novedosa, incluso aunque no estén seguros de su veracidad. Esta situación puede deberse a que la propia existencia en el mundo digital depende precisamente de la capacidad de cada cual para generar o difundir continuamente contenidos para su círculo social. Para describir las distintas finalidades en la creación de contenidos desinformativos, Eliot Higgins, fundador de Bellingcat, un sitio especializado en la verificación de hechos, ha enumerado las cuatro “P”: Pasión, Política, Propaganda y Pago. Posteriormente, Wardle y Derakhshan (2017) han retomado y adaptado dicha lista agregando varios términos más: “Periodismo deficiente; Parodia; Para provocar o punk; Pasión; Partidismo; Provecho; Poder o influencia política y Propaganda”. En el análisis de los propósitos que guían la creación y difusión de una desinformación en el ámbito profesional de la comunicación no se puede descartar que existan otros aspectos psicológicos que van más allá del ámbito periodístico. Lo mismo ocurre en la decodificación de un mensaje con contenido falso, en donde influye el llamado sesgo de confirmación. Las teorías de la disonancia cognitiva determinan que el ser humano hará todo cuando pueda para buscar una armonía entre su comportamiento (lo que hace) y sus creencias (lo que piensa). Ante la saturación de información a la que un individuo se ve sometido diariamente, éste se inclinará a considerar como verdaderos los contenidos que minimicen esa mencionada disonancia cognitiva, es decir, los que se ajusten más a sus creencias preestablecidas. A este proceso se le denomina, como ya se ha dicho, sesgo de confirmación, y consiste en la tendencia a dar más peso a la información que confirma nuestras visiones previas de la realidad (Aparici y García-Marín, 2019). El fenómeno de los desórdenes informativos ha contribuido a modificar parte del trabajo de los periodistas, lo que hace más valioso que nunca el proceso de investigación y el trabajo documental en todos los medios, lo que se puede ejemplificar en el caso de la radio. Ante esta realidad es necesario conocer los mecanismos para verificar fuentes y comprobar contenidos. Interesa conocer tanto lo que piensan los propios periodistas como los jóvenes consumidores de información, aspectos todos ellos que investigan las cuatro publicaciones que conforman esta tesis doctoral. Tras la exposición del capítulo introductorio, se presentan dichas publicaciones que constituyen el compendio de artículos, para incluir finalmente las conclusiones y la discusión. La revisión bibliográfica cierra la tesis. Se puede considerar que este trabajo presenta las siguientes aportaciones principales: -Analiza el proceso de trabajo con fuentes de información y documentación, tanto escrita como oral, por parte de los medios de comunicación en el escenario digital, ejemplificado en un medio a menudo infravalorado: la radio. -Profundiza en el fenómeno de la desinformación, contando con testimonios directos de profesionales en ejercicio que acreditan amplia experiencia dentro del periodismo, mediante entrevistas en profundidad tanto a periodistas de perfiles clásicos como a verificadores de contenidos de las principales empresas de comprobación de datos y noticias. -Presenta formas de verificación de fuentes y contenidos que asumen como reto profesional actual de primer orden los profesionales de la comunicación y de la documentación, con la utilización tanto de métodos históricos como de novedosas aplicaciones informáticas especializadas. -Investiga la forma en que acceden, perciben, identifican y consumen y, en su caso, contrastan, la información los jóvenes universitarios y su percepción ante el fenómeno de la desinformación, a partir del relato (a través de encuestas) de su experiencia diaria con las redes sociales y los medios de comunicación convencionales.